Sobre cómo escribir historias para proyectos sonoros.

Esto de escribir historias es un mundo en el que hay diferentes hemisferios, regiones y países con fronteras un tanto inciertas pero más o menos reconocibles. Para que me entendáis, existen varios clanes de novelistas, otras tantas hordas de dramaturgos e incontables tribus de guionistas.

Aunque actualmente tenga doble (o triple) nacionalidad, yo nací en el viejo continente, es decir, en la literatura. Escribí mi primera novela a los 25 años y, desde entonces, he publicado más de una veintena de obras de ficción tanto en literatura infantil como para adultos, la mayoría de las veces formando tándem creativo con mi hermano Martin Etxeberria Garro.

Las malas amistades nos llevaron poco a poco a explorar nuevos territorios y es así como terminamos escribiendo guiones para proyectos audiovisuales primero y para cómics y novelas gráficas después.

No contentos con esto, hace unos cinco años nos adentramos en el fascinante y vasto mundo de la ficción sonora, de la mano de ULU Media y ULU Studios. Tuvimos la ocasión de escribir ARTXIPELAGOA, la primera ficción sonora en euskera para el recien creado canal público EiTB Podkast. Y es entonces cuando por primera vez me pregunté:

¿Cómo escribes algo SOLO para ser escuchado?

Quédate con ese “solo”, porque por algo va en mayúsculas. Y es que, aunque parezca una obviedad, las ficciones sonoras es lo que tienen: que son únicamente y al cien por cien puro audio. ¿Y qué conlleva esto?

No lo ves, lo tienes que imaginar.

Me acuerdo que estrenamos la primera temporada -de tres- de ARTXIPELAGOA en una sala de cine en Donostia. La gente que llenó el Kursaal se sentó en las butacas, espero pacientemente a que apagáramos las luces, miró a la pantalla… Y no vio absolutamente nada.

O sí. Porque aunque únicamente ofrecimos el audio del primer capítulo, que contaba cómo las Tres Olas arrasaron el mundo conocido, los oyentes crearon perfectamente en sus mentes las imágenes de la devastación que contábamos. ¿Cómo se hace esto?

El gran guionista Josean Pérez Ledo, quien nos ayudó y asesoró en nuestra primera producción, no dio un consejo que comparto aquí:

Siempre que pienses en la historia, piensa en cómo suena.

Si la acción se sitúa, como era nuestro caso, en un mundo inundado repleto de pequeñas islas, lo que siempre debemos oír de fondo es el mar: las olas rompiendo en la orilla, golpeando el barco en el que nos movemos, las gaviotas, el viento moviendo las velas…

Si la escena es en una habitación cerrada, piensa en algo que suene: el fuego en la chimenea, la radio de fondo o tu gato que se acerca y ronronea pidiendo comida. Siempre hay algún sonido que define o evoca el espacio en el que ocurre la acción que quieres contar. Pueden ser las campanas de una iglesia, la cafetera de un bar o el aviso de megafonía de un andén de tren.

Y en el caso de que tengas varias opciones, elige siempre la que “mejor” suene. Quiero decir: si te da igual que una conversación suceda en una habitación cerrada o en un parque lleno de niños, opta por lo segundo. Un simple grito de un padre avisando a su hijo de que se va a caer del tobogán nos sitúa inmediatamente en ese espacio que, además, ofrece muchas posibilidades sonoras.

Los personajes se definen por su sonido

El timbre de su voz, su acento, su vocabulario y forma de hablar, alguna peculiaridad distintiva que posean (el bastón con el que se ayuda al caminar, los grilletes que lleva en las manos, etc.)… Todo eso crea la imagen del personaje en una ficción sonora, si bien también puede -y debe- ser descrito por medio de lo que de ese personaje digan los demás.

La gracia o el arte del asunto reside en hacerlo de una manera que resulte natural. No pongas a un personaje diciendo: “Mira, ahí viene Xabier con su pelo castaño, nariz aguileña y metro setenta de altura”. Intenta que los diálogos sean naturales o utiliza algún recurso práctico como un interrogatorio, un mensaje de audio enviado a un amigo, reflexiones que comparta con su pareja… Ahí ya entra la habilidad literaria de cada guionista.

Pero, ojo, ten en cuenta este útimo consejo:

El guion no se lee, se escucha.

¿Eso qué implica? Sencillez. Las frases tienen que ser sencillas, fáciles de entender, cuanto más cortas mejor. Tanto los diálogos entre los personajes como las voces en off, si las hay. Ten en cuenta que el que oiga tu historia tal vez va en metro, está paseando a su perro o está preparando una tortilla en la cocina. Keep it simple. Lo eficaz es hermoso, o como decían los romanos hace más de dos mil años: lo bueno si breve, es dos veces bueno.

Porque al final de cuentas no hemos inventado nada, y aunque los cuentistas hayamos querido darles forma de novela, cómic o tragedia griega, originariamente y en verdad las historias se crearon para ser contadas.

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